31 oct 2007


Historia del Monatañismo

Desde el principio el hombre se sintió atraído por la montaña con un temor supersticioso, como ante todo fenómeno natural superior a sus fuerzas, e imaginó las crestas inaccesibles y a menudo envueltas en nubes, como morada de sus dioses o espíritus malignos o benignos. Como los griegos, que situaron a sus Dioses en el Olimpo y a sus dioses menores en montes y bosques. Desde las religiones primitivas, como las asiáticas, imaginaron las cimas como lugares perteneciente a los seres sobrenaturales, como la Montaña Sagrada de China el T´AI-SHAN. El mismo Dios se manifestó a Moisés sobre el misterioso monte Sinaí.

Seguramente la necesidad de los pastos de montaña impulso las primeras ascensiones. Después las exigencias fuerón a los pastores a realizar para vigilar a sus enemigos desde la altura, élicas, utilizaron lugares estratégicos induciendo a hombres valientes a escalar cualquier cima. Finalmente a los soldados más ágiles y el sentimiento del hombre de superar lo desconocido, lo llevo a buscar nuevas experiencias, llevando a cabo las primeras ascensiones.

Leonardo de Vinci (un gran escultor, pintor, científico...) en 1522, introdujo la importancia de la ciencia (como la meteorología) llegando a la cumbre prealpinas. Pero recién el entusiasmo y el gusto por las cimas más altas de los Alpes fue a fines del siglo XVIII. Contribuyen a estas afirmaciones los interesantes escritos de Jean-Jacques Rousseaus (la vigésima tercera carta de la Nouvelle Héloïse), la propaganda de Orazio Benedetto de Saussure, el llamado Homero del Alpinismo, inspirador de la primera conquista del Mont Blanc en 1786 y muchos otros más. Gracia a sus descripciones del hermoso espectáculo que nos brinda desde lo alto las montaña fomentó la pasión en el hombre.